lunes, 12 de agosto de 2013

Mentir... mentirse.

Puedo decir, al menos lo que sé, claramente es la parte que me toca, que la mentira está muy pero que muy lejos de mi hoy en día. Reconozco aún así, que en un tiempo, un momento, un instante, cómo quieras verlo, estuvo muy pero que muy cerca.

Cómo no podría ser menos, estoy altamente agradecida ya que sin haber experimentado esa etapa, me alegro que temprana, hoy no te podría contar esto.

De la forma más breve, para que me entiendas y sin entrar en numerosos detalles.


En su momento no había razón alguna. Te dejas llevar y crees que el dejarse llevar es lo correcto. Ahora lo entiendo, todos nos equivocamos, todos cometemos errores con el fin de aprender de ellos. Lo único que algunos aprendemos y otros… pues no del todo.

La cuestión es, que yo he mentido y mentí, cosa que he sabido con los años, por falta de valentía, de una personalidad estable, de una fidelidad incondicional a mi persona y en fin por una falta indudable de crecimiento personal, al que lógicamente aún no le había llegado su momento y en mi caso, esta situación formaría parte de él.

En resumidas cuentas si hay algo que he aprendido de este concepto, ni bueno ni malo, o tan bueno o tan malo como quieras verlo, es que no se lo haces a nadie, que no mientes a nadie, ni nadie te miente a ti. Te mientes a ti mismo y se miente a sí mismo.

Tú no tienes la “culpa”, exceptuando algunos casos, aunque si te pones a matizar sobre la mentira podría estar aquí mucho tiempo, mentira piadosa, mentir sin mentira, ocultar información…tan relativo como quieras. Pero bueno lo que te decía, después de experimentar el engañar y el ser engañada, ser sin duda consecuente y CONSECUENTE, superarlo y seguir mi camino, llegué a la conclusión de que la persona que decide mentir, lo ha decidido por alguna razón que yo desconozco, pero que sin duda alguna razón de la cual yo no me voy a responsabilizar. Allá cada uno con su decisión.

No te olvides que la persona que está siendo “víctima” de una persona que miente, en su gran mayoría y por su bien, “le dura un rato” y el que decide mentir porque no tiene la valentía, la personalidad o se ve lleno de razones para hacerlo, carga con ello toda su vida.

Luego está el aprendizaje de saber diferenciar, un “me está engañando, que horror, como puede ser capaz de hacerme ésto” con un: “se está engañando a él/ella” pobrecito/a.

Yo sé, que nunca más seré “infiel” a mi persona. Yo sé, que quiero rodearme siempre de gente fiel a sí misma. Yo sé, que “mentir” no entra en mis planes de vida.



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